Su vocación por el estudio del pasado de Yucatán le hizo merecedor de una beca de la Liga de Acción Social para estudiar arqueología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia en Ciudad de México. Participó en proyectos de investigación arqueológica en gran parte de lo que es conocido como Mesoamérica, ya que trabajó en Palenque (Chiapas), Tlapacoya (Estado de México), Comalcalco (Tabasco), Yagul (Oaxaca), Balankanché, Izamal, Ekmul, Dzibilchaltún y Chichén Itzá (Yucatán), Mata de Muerto (Tamaulipas), la Plaza de las Tres Culturas (Ciudad de México), Tulum y Kohunlich (Quintana Roo), entre muchos otros sitios. Destacó por ser un acucioso investigador de los fenómenos arqueoastronómicos, ligados a cultos solares y lunares en sitios mayas. En 1972 participó en el Congreso de Americanistas realizado en Roma, Italia, y en 1989 recibió la Medalla Yucatán. El fenómeno de luz y sombra que se registra dos veces al año en el milenario Templo de las Siete Muñecas de Dzibilchaltún, para anunciar el inicio de los equinoccios de primavera y otoño, fue uno de los muchos descubrimientos logrados en sus setenta años de vida.