Diario de Yucatan

¡Cómo me dueles México!

MARÍA I SABEL CÁCERES MENENDEZ ( * ) maica482003@ yahoo.com.mx

“¿Dónde está la autoridad? ¿Dónde está el Estado de Derecho? ¡No es posible!”, exclamó el secretario de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), Ramón Castro y Castro. 120 mil mexicanos desaparecidos y 122 mil personas asesinadas en lo que va de esta administración.

Y añade: “de cada 100 delitos cometidos en México solo se denuncian siete. Y asómbrese más: de los siete delitos que sí se denuncian, solo un 5% es sentenciado”.

“Estamos viviendo día a día actos que, sin titubear, pueden ser calificados de monstruosos. La seguridad de los ciudadanos es una macabra fantasía que escala dia a día los límites del horror. Y el principal responsable es el Estado mexicano”.

“Te voy a quemar viva”. “Te vas a morir, machorra”, así lo advirtió, así amenazó, y justo así sucedió. La quemaron viva.

“¿Hasta cuándo voy a tener que vivir con miedo?”, se preguntaba Luz Raquel Padilla Gutiérrez al publicar en Twitter las pintas atemorizantes en la escalera de su departamento en Zapopan, Jalisco. Cinco personas, cuatro hombres y una mujer, la rociaron con alcohol y le prendieron fuego; 90% de su cuerpo fue quemado. Este pasado 16 de julio. Era sábado. Falleció el martes 22, seis días después a causa de las heridas. Tenía quemaduras en 90% de su cuerpo: brazos, piernas y rostro.

Luz Raquel ya había publicado en redes las fotografías de las amenazas. También pidió apoyo de las autoridades estatales; le fue negada protección en la comisaría de Zapopan.

Semanas antes había sobrevivido a un primer ataque con cloro industrial en el tórax, presentó queja, no le prestaron atención ni dieron seguimiento a la denuncia.

¿Cuál fue su delito? ¿Por qué era odiada de esa manera por algunos vecinos?

Luz Raquel Padilla Gutiérrez tenía 35 años. Y muy escasos recursos. En este escenario, era su madre, la abuela de su hijo Bruno, quien salía a trabajar para mantener a la familia. La situación económica en el hogar era en ocasiones precaria, debido sobre todo a los gastos médicos que requería la condición del niño. Ella también se dedicaba a veces junto al pequeño “a pintar alcancías e imágenes para vender en mercados y a través de internet y poder sacar un dinero extra”.

Luz Raquel sufría mucho porque a veces no tenía los medios para comprar los medicamentos. —————

(*) Abogada y escritora Abandonada por el padre de un niño del que no quería estar cerca, porque era “un hijo discapacitado” diagnosticado con autismo, ella era su madre y cuidadora. El ya tiene 11 años. La abuela y una tía se han quedado permanentemente a cargo de él ahora que es huérfano.

De acuerdo con la organización “Yo Cuido México”, a la que la fallecida pertenecía, “las constantes amenazas de muerte” se debían a “la intolerancia por los ruidos que su hijo hacía en los momentos de crisis”.

Luz Raquel pidió se le integrara al programa “Pulso de Vida,” la protección por la cual las mujeres pueden solicitar auxilio inmediato, mediante un dispositivo conectado directamente con la comisaría de policía cuando están en riesgo. Rechazaron su solicitud. ¿Por qué? Porque “su problema era vecinal y no corría riesgos”.

Ella tenía dificultades con varios de sus vecinos. Exceso de ruido que empeoraba el estado de su hijo. Bloqueos al acceso de la azotea. Fiestas ruidosas. Perros en las áreas comunes. Y aunque el principal sospechoso ya se presentó a declarar porque Luz Raquel ya lo había denunciado por lesiones y amenazas, y tenía una orden de restricción y no podía acercarse a ella, cuando la quemó viva, las medidas ya habían expirado. La abuela junto al niño alcanzaron a ver a la hija y madre antes de que perdiera el conocimiento.

Un día antes del ataque, una de las vecinas se quejó y le envío una patrulla cuando su hijo pasaba por una de sus crisis. No solo padecía de autismo, también tenía ataques de epilepsia y se pegaba contra las paredes. ¿Quién llama a una patrulla por esta razón? Esto nos da un corte longitudinal de la situación moral y social que hoy por hoy impera en el país, y demuestra la total descomposición moral y ausencia de valores existentes en los distintos estratos de la sociedad.

El gobernador Enrique Alfaro al fin hizo un comentario pertinente al caso, calificándolo como un acto de brutalidad producto de la descomposición social. “Yo creo que nos obliga a todos a reflexionar, cómo es posible que haya un acto de violencia de esta naturaleza, de lo que hablas es de un tema de descomposición social brutal, no estamos hablando de un asunto ni siquiera de seguridad pública, no le iban a robar nada, es un acto de brutalidad y yo creo que nos obliga una reflexión a todos”, señaló.

Para la Comisión Estatal de Derechos Humanos, que ha iniciado una investigación sobre la actitud y graves omisiones de las autoridades, está claro el desinterés que éstas demostraron en apoyar la queja de la infortunada mujer, en los momentos oportunos en los que levantó sus denuncias, y que pudieron haber evitado su brutal fallecimiento, que es desde luego, un feminicidio más para añadir a la negra y larga lista que nos avergüenza como país y como personas de bien.

Ahora que su madre ha muerto, las autoridades de Zapopan han ofrecido beca vitalicia para Bruno y para su abuela. Les prometen “atención médica integral, rehabilitación y acompañamiento emocional para el niño, quien hasta ahora no había contado con apoyo de las autoridades”.

La discapacidad de Bruno no le permite entender plenamente la tragedia que está viviendo. ¿Será este un caso más de impunidad ante la violencia avasallante e imparable que se adueña poco a poco de todas las áreas del país?

Cada 18 segundos una mujer es agredida en alguna parte del mundo. ¡Se ve tan distante de la cotidiana realidad el lema de la ONU que exhorta a que “pintemos el mundo de naranja,” pongamos fin a la violencia contra las mujeres fomentando y creando acciones que ayuden a la prevención y disminución de esta salvaje realidad!

Esta es una historia que ha corrido a través de todas las edades, los tiempos, las culturas, y las clases sociales. Las mujeres han sufrido, y siguen sufriendo violencias de todos tipos y grados. Pero hoy tenemos a nuestro favor el grito y la ayuda mundial que nos conecta y concientiza en la imprescindible y urgente labor de afirmar nuestra condición de ciudadanas de primera clase.

Igualdad de derechos. Justicia. Equidad. Respeto. El entorno globalizado es nuestro aliado. Nos apoyamos y estamos en contacto en todos los puntos del orbe. Las voces de nuestras activas defensoras se oyen por el mundo entero… las quejas, las imágenes que se viralizan, crean conciencia, son escuchadas y se atienden a paso lentísimo pero algunas avanzan. Y eso es un logro.

Es preciso recalcar que la violencia asesina contra las mujeres está estrechamente ligada a su condición genérica, por eso hablamos de feminicidios y los definimos como “crímenes perpetrados contra las mujeres por el simple hecho de serlo” en lugar de clasificarlos como homicidios dolosos.

El caso de Luz Raquel es uno más. Una doliente mancha más al tigre. Las circunstancias son más dramáticas y crueles que en otros casos quizá por las condiciones de vida de una familia monoparental, en la que intervienen la discapacidad de un niño, la miseria como fondo permanente y las salvajes amenazas cumplidas por un quinteto de personas cuya conducta merece ser catalogada como bestial por inhumana y salvaje.

¡Luz Raquel cómo me dueles! Deseo que puedas descansar en paz cuando se logre hacer justicia…

¡Ay México como nos dueles! ¿Qué nos está pasando?— Mérida, Yucatán.

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2022-08-05T07:00:00.0000000Z

2022-08-05T07:00:00.0000000Z

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