Diario de Yucatan

Reinado del crimen

MARÍA I SABEL CÁCERES MENÉNDEZ ( * ) maica482003@ yahoo.com.mx

Los jesuitas llegan a tierras mexicanas el 9 de septiembre de 1572. Es San Francisco de Borja, tercer superior general de la Compañía de Jesús, quien envía a 15 religiosos bajo las órdenes del padre Pedro Sánchez, primer superior de la Provincia Mexicana de la congregación.

A finales del sigjo XVI ya se habían establecido en Ciudad de México, Pátzcuaro, Oaxaca, Puebla, Valladolid (actual Morelia), Zacatecas y Guadalajara, donde fundan colegios. También inician otras misiones en Sinaloa, Durango, Coahuila y San Luis Potosí. Para el siglo XVII ya tenían presencia misionera en Chihuahua (Sierra Tarahumara), Sonora, Baja California y Nayarit.

Chihuahua comienza a evangelizarse por los viajes realizados por los jesuitas, previamente asentados en Sinaloa. La primera que se edificó en la región fue la erigida por el padre Juan Castini en 1621 y conocida como misión de Chínipas. Los jesuitas trabajaron en la sierra entre los indios tepehuanes, guazaparas y tarahumaras mientras que los franciscanos se desenvolvieron en los valles y planicies.

En 1767 Carlos III de España decreta la expulsión de los jesuitas de todos los territorios bajo su autoridad, quienes por su lealtad al Papa y a sus superiores en Roma “representaban una amenaza para la consolidación del poder absoluto de los monarcas”. Cinco años mas tarde los sorprende en 1773 la decisión del papa Clemente XIV de suprimir la Compañía de Jesús, que sería restaurada en agosto de 1814 por el papa Pío VII, y son restablecidos en México en mayo de 1816.

“Es hasta finales del siglo XIX y principios del siglo XX que los jesuitas comienzan a consolidar en el país su presencia, tanto en número como en diversidad de acciones apostólicas, fundando nuevas residencias, varios colegios, universidades, misiones e instituciones pastorales, culturales y de investigación y promoción social”.

Están la Tarahumara Baja y la Alta. A mediados del siglo XVII la misión jesuita de Chihuahua llegó a ser la mejor organizada y administrada, si se exceptúa la de California. La misión era evangelizar a los infieles.

Hoy, el país está conmocionado por el artero y desalmado asesinato de los clérigos jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora cuando trataban de proteger a un guía turístico, quien también pe—————

(*) Abogada y escritora reció. Hay cuatro turistas desaparecidos. Todo sucedió en el interior de la iglesia de la comunidad de Cerocahui, en la sierra Tarahumara (Chihuahua).

Hombres armados irrumpieron en el templo a balazos y asesinaron a los tres.

El crimen organizado va extendiendo sus tentáculos ahora sí que con prisa y sin pausas en las zonas marginales y pobres del norte de México y en muchas otras zonas del país. Los abrazos en vez de balazos están fructificando en miles de desplazados a punta de cuernos de chivo, armas de alto poder y fusiles.

La impunidad es absoluta, y eso alienta hasta al más cobarde a continuar actuando bandera criminal en ristre. Sin temor y con fiereza. Se habla de un total de siete víctimas. El sospechoso principal es el líder criminal de la zona José Noriel Portillo, alias El Chueco.

El guía asesinado Pedro Palma era un hombre bueno, trabajador y muy conocido en la sierra Tarahumara. Llegó a trabajar para numerosas agencias internacionales y apoyaba en forma constante a las escuelas tarahumaras en la sierra comenta su hijo, quien estudia para médico en España.

En México, según la organización Centro Católico Multimedial, han sido asesinados en la última década unos 30 curas. “La ola de violencia ha alcanzado también a iglesias y templos que muchas veces son refugio de la propia ciudadanía”.

Lo que ya se vive es un caso limítrofe con los linderos del terror. Y ha alcanzado también a la Iglesia que constantemente es hostigada y le llueven las amenazas, sin que gobierno alguno les haya hecho caso en todos estos años. Sin embargo, las acciones criminales realizadas en Chihuahua sobrepasan todos los temores anteriores, hasta convertirse en una realidad criminal horrorosa, presente y actuante.

Javier Ávila, perteneciente a la comunidad jesuita, se expresa así: “aunque siempre perseguidos, nunca habíamos llegado a este extremo, quisimos ser muy discretos porque temíamos que se fueran contra la población. No fue hasta que se comenzó a dar la noticia, que nuestros superiores en la capital decidieron enviar un comunicado, con este doble asesinato, Dios nos está permitiendo hacernos pueblo, y sentir su dolor”, señala el sacerdote.

La ONU-DH se solidarizó con las familias de los sacerdotes jesuitas, con la comunidad indígena de Cerocahui y con la Compañía de Jesús, e instó “a las autoridades a romper el círculo de violencia extrema que afecta a las comunidades de la Sierra Tarahumara”.

La dura e insostenible realidad de la impunidad, es la que mantiene este avance imparable del crimen. Es un permiso autorizado de “facto” para seguir matando y despojando sin consecuencias ni castigos. El sacerdote que logró salvarse de ser asesinado suplicó por que no se llevaran los cadaveres sin resultado alguno. “El hombre que disparó estaba completamente trastocado”, relata.

La sierra Tarahumara ha sido geográficamente ubicada ya como uno de los centros de “terror de la narcoviolencia”. Con poco más de 100 asesinatos diarios en el país, no parece haber un espacio seguro para los mexicanos.

El sacerdocio ya se ha convertido también en un blanco en la rama de sus misioneros, convirtiéndolos en vulnerables e indefensos. La única labor de los jesuitas asesinados era predicar la paz y trabajar por ella. Su compromiso con los pueblos indígenas de la sierra era de por vida. “La Planeación Estratégica diseñada por la orden para la región refleja ese gran respeto por las culturas locales. El documento plantea, entre otros objetivos para el periodo que va de 2021 a 2023, “fortalecer” las tradiciones autóctonas, “respetar” y “no suplir” el sistema de ministerios y servicios indígenas, y “conocer a profundidad” la cosmovisión rarámuri”.

Se informa que La FGE acordó una recompensa de hasta 5 millones de pesos “a quien aporte información veraz, eficaz, eficiente y útil que conduzca directamente a la captura de ‘El Chueco’”.

Esperemos y confiemos en que se hará justicia, porque el clamor que se escucha en el país alcanza los confines del territorio nacional e internacional, y las alturas del cielo donde ya todos deben morar como víctimas del deber y de la fe.— Mérida, Yucatán.

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2022-06-28T07:00:00.0000000Z

2022-06-28T07:00:00.0000000Z

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