Diario de Yucatan

La tragedia de la madrileña calle Serrano

J AVIER CABALLERO L ENDÍNEZ ( * ) @erjavievie

Entra la policía en el exclusivo piso. Encuentra una imagen dantesca. En la cocina, una mujer que supera los 40 yace muerta con un impacto de bala en el rostro.

Unos metros más allá, en el salón, otra mujer, se supo posteriormente que tenía 70 años, también está muerta. Otro impacto de bala acabó con ella. Muy próximo a este cuerpo, otro, el de un hombre de alrededor de 55 años y con un arma cerca de él, también yace sin vida.

Todo parece indicar que el asesinato múltiple tuvo un ingrediente adicional: un suicidio.

No es el comienzo de una novela negra ni tampoco un caso para la famosa detective Jessica Fletcher. Es real y ocurrió esta semana en Madrid.

*) Condado de Atarés. 1625. El rey Felipe IV da luz verde a un nuevo título nobiliario, el condado de Atarés, y nombra al primer conde de este linaje, Juan Sanz de Latrás y Cavero, señor de las baronías de Atarés, de Liguerres y de Latrás.

La sucesión no se pausó durante los siglos venideros (salvo algunas lagunas) hasta que en 2012 Fernando González de Castejón y Jordán de Urríes recibió la herencia y se convirtió en el conde de Atarés. Hoy, su nombramiento ya es parte de la historia negra de España.

*) Marquesado de Perijá. 1776. El rey Carlos III concede el título nobiliario a José García de la Peña, sargento en —————

(*) Periodista

Maracaibo, Venezuela. Le sucede su hija, María Josefa García de la Peña y Torres. Desde ahí, la sucesión es continua hasta que también Fernando González de Castejón y Jordán de Urríes recibe tan importante nombramiento en 2012, convirtiéndose en marqués de Perijá. También hoy, este título está vacante.

*) La calle Serrano, en Madrid. En la actualidad. La calle madrileña, localizada en el barrio de Salamanca, es una de las más exclusivas no solo de aquella ciudad, sino de todo el país y el viejo continente. Llamada así desde 1868 en recuerdo del general Francisco Serrano y Domínguez, altanero, revolucionario y, sobre todo, conocido por haber sido amante de la reina Isabel II, esta arteria no ha dejado de atraer a nacionales y extranjeros. De hecho, muchos empresarios y familias mexicanas con grandes fortunas residen, tienen negocios y propiedades en ella.

*) Fernando González de Castejón y Jordán de Urríes XVI conde de Atarés y IX marqués de Perijá. Hasta esta semana, su importancia era más bien relativa o casi insignificante más allá de ser el portador de dos títulos con más historia que presente, con más relumbrón pasado que futuro.

De hecho, su mayor aparición pública tuvo lugar hace unos siete años cuando participó en unos cuantos programas de televisión pidiendo justicia porque la quiebra de un banco en el que había depositado más de 750,000 euros (más de 15 millones de pesos) le haría perder ese dinero.

Decían de él que mezclaba alcohol y cocaína de manera asidua; que le gustaba presumir tanto como simpatizar con el franquismo (se le escuchaba cantar en numerosas ocasiones el “Cara al sol”, himno de la falange española desde antes de la guerra civil de ese país) o el mismísimo Hitler, de quien tenía imágenes y otros artículos en casa.

También se dice que le gustaban las armas. Mucho. Que disparaba en un patio; que amenazó con matar de un tiro al perro de un vecino por ladrador; y que tenía un arsenal sin los permisos correspondientes en casa.

La semana comenzó con el suceso descrito al principio de esta columna. Las pesquisas iniciales indican que Fernando mató a Gema, su esposa, en la cocina. El tiro le desfiguró la cara. Posteriormente, fue al salón y se encargó de la mujer de 70 años, quien era amiga de Gema. Luego, se mató con la misma arma.

La trágica historia pudo haber ocurrido mucho antes, pero se dilató durante años. En 2009, Fernando fue acusado de maltrato por su hermana y su madre. Hace poco más de 10 años se casó con Gema y en 2015 empezaron los problemas maritales por la agresividad del conde.

2018 fue el comienzo de los malos tratos continuos, el miedo de Gema y las situaciones insostenibles que le había llevado a separarse y acercarse a él en varias ocasiones.

Gema no denunció nunca, aunque en una ocasión la policía se llevó a Fernando. Confiaba en que todo se arreglaría. O quizás, el miedo le impedía hacer algo más drástico.

Gema y Fernando tenían una hija de 10 años, o tienen, o sí, pero ya no. La esposa se fue a París con su hija unos días. A su regreso, tenía miedo. Por eso fue a la casa que compartía con su esposo en compañía de su amiga de 70 años. No quería estar sola. Su hija se quedó en casa de una amiga, aunque hay quien dice que la niña estaba aún en París y que Gema regresó antes de tiempo.

Fernando y Gema discutieron. Quién sabe de qué y cómo. Posiblemente se sabrá más adelante. Lo cierto es que el conde de Atarés y marqués de Perijá buscó una de sus armas y apretó el gatillo a muy corta distancia de Gema. Luego recorrió el piso hasta dar con la amiga. Después, se mató, y tiñó la exclusiva calle Serrano de luces y sirenas.

Réquiem. Quizás, cuando vio a su alrededor y se dio cuenta de lo que había hecho con su esposa y su amiga, creyó que no le quedaba más que accionar el gatillo por tercera vez. Quizás, no pensó en la historia que tenía a sus espaldas ni el lugar que guardarían los libros para un desenlace así de dos títulos nobiliarios con tantos siglos de historia.

Tampoco pensó que nada de lo que acontece en la calle Serrano es pasado por alto; ni que su hija de 10 años se quedaría huérfana si disparara. O quizás sí lo pensó y decidió acabar su vida de esa manera, como ese Hitler al que idolatraba.— Mérida, Yucatán.

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2022-06-22T07:00:00.0000000Z

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