Diario de Yucatan

¿Es vigente la educación racionalista?

FREDDY ESPADAS SOSA ( * ) [email protected]

Por estos tiempos se cumplen cien años de la implementación del modelo pedagógico racionalista por parte del gobierno de Felipe Carrillo Puerto, mismo que inició funciones el primero de febrero de 1922 precisamente con la emisión del decreto número 1 en el que se expide la Ley de Institución de las Escuelas Racionalistas en el Estado.

La celebración del día del maestro es ocasión propicia para reflexionar sobre los fundamentos de este modelo educativo y sobre la posible vigencia de algunos de sus principios.

El profesor José de la Luz Mena Alcocer —principal ideólogo e impulsor del racionalismo pedagógico en el estado— publicó el texto “Educar trabajando. Escuela de Chuminópolis. Método funcional y evolutivo”, documento en el que ofrece la fundamentación científica de la escuela experimental que fundó en ese barrio meridano en 1917 con la anuencia del gobernador Salvador Alvarado.

En él describe con gran dosis persuasiva los cinco medios en que deben estar insertos los niños para conducir su educación integral en un clima de libertad, responsabilidad y solidaridad, a saber: la granja, los talleres, la fábrica, el laboratorio y la vida.

Para el primer medio, la granja, se disponía realizar actividades relacionadas con la agricultura, floricultura, horticultura y cría de gallinas, conejos y ganado.

En el segundo medio, los talleres, se incluían artes plásticas, gráficas y mecánicas (como talabartería, carpintería, zapatería, hojalatería y herrería), así como bellas artes y artes domésticas.

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(*) Doctor en Educación. Director de la Universidad Pedagógica Nacional en Yucatán.

En el tercer medio, la fábrica, quedaba comprendida la confección de juguetes, hamacas, aceites y jabones. El cuarto medio, el laboratorio, incluía análisis y experimentos de química y física, orientados al perfeccionamiento y creación de industrias locales. También abarcaba las áreas de electricidad, mantenimiento y telegrafía.

Mediante el quinto medio, la vida, se pretendía mantener relaciones directas con la vida familiar y social, mediante la edición de un periódico salido de sus propios talleres, la comercialización de los productos de los alumnos y la realización de excursiones instructivas y deportivas.

Por este medio, el autor planteaba que era importante establecer intercambios de ideas y de trabajos entre las escuelas, ya que “por ningún motivo los educandos estarán segregados de las realidades de la vida, que es donde se forjan y templan las virtudes humanas que constituyen el carácter”.

Puede afirmarse que Mena Alcocer fue un genuino utopista pedagógico porque soñó con una educación integral, libertaria, solidaria, democrática, vinculada al trabajo, a la vida social y cultural, al mundo natural, respetuosa de los intereses y del desarrollo natural-espontáneo de los y las discentes.

A cien años de su aplicación, cabe reflexionar sobre la pertinencia de la educación racionalista en la actualidad. Para ello, es necesario referirnos al modelo formativo que ha primado en nuestro sistema educativo en las últimas décadas, en el cual prevalece un plausible divorcio del proceso formativo con respecto a la realidad natural, social, histórica y cultural de los educandos.

En la educación básica se encierra a los educandos en las aulas para atiborrarlos de nociones abstractas sobre diversas áreas del conocimiento —lenguaje, mundo natural, matemáticas, vida social y política— muchas veces alejadas del interés de los educandos y generalmente divorciadas del contexto en que éstos se desenvuelven.

Los niños se forman sin llegar a comprender cómo se producen las mercancías que consumen; tampoco aprenden a valorar el ingente trabajo que se invierte en estos procesos. Prácticamente se les paraliza en sus aulas, cuando el movimiento en libertad, el juego, el contacto directo con los objetos, la interacción entre los educandos y la libre expresión de sus emociones son aspectos esenciales de la naturaleza infantil.

A los educandos se les imbuye de la noción abstracta de democracia, pero no se les permite tomar decisiones de manera democrática, como por ejemplo escoger el color que llevarán sus salones, el diseño de sus uniformes o el tipo de cortinas que tendrán sus aulas.

Tampoco se realizan excursiones para visitar fábricas, museos, campos agrícolas, talleres artesanales. A este respecto, los medios de prensa de hace cien años informaban sobre las excursiones pedagógicas que organizaba el profesor Mena Alcocer. Una de esas notas refiere que el llamado apóstol de la educación racionalista llevaba a los alumnos a estudiar el cielo por las noches y a presenciar la siembra de plantas alimenticias.

Igualmente, se informaba sobre la visita de los educandos a la planta en que se fabricaba el gas para el alumbrado público, en la cual Mena Alcocer “de viva voz les dio una lección experimental de química acerca de la aplicación del referido gas”.

Como puede colegirse, en éstos y otros aspectos la Escuela Racionalista de hace cien años puede seguir dictando cátedra elocuente a la educación actual, que continúa siendo memorística, libresca, autoritaria, paralizante, segmentada y burdamente apartada del mundo real.

Ciertamente, la sociedad en la que se aplicó la educación racionalista es radicalmente diferente a la actual. Los grandes cambios demográficos, económicos, sociales y culturales están a la vista. Las realizaciones científicas y tecnológicas marcan la dinámica de las sociedades contemporáneas, aunque desafortunadamente muchas veces para mal.

En la actualidad los niños están creciendo prácticamente esclavizados al celular, a la TV o a las tablets; no leen ni muestran mucho interés en interactuar con sus coetáneos o en acercarse al arte y la cultura. Van cayendo en una enajenación altamente preocupante. Y en parte el tipo de educación que se imparte es responsable de esta trágica situación.

Tal vez ya no es posible poner los cinco medios que proponía Mena Alcocer al alcance de los educandos y educandas, ni realizar con frecuencia excursiones con fines educativos. Pero seguramente algo habrá qué hacer ante los modelos pedagógicos dominantes.

En tal circunstancia, la experiencia histórica de la educación racionalista es una fuente inagotable que seguirá enriqueciendo nuestras reflexiones sobre la educación que le estamos brindando a las nuevas generaciones.

Este columnista saluda a los maestros y maestras por la incansable y admirable labor que realizan día a día en la formación de los futuros ciudadanos de Yucatán y de México. ¡Muchas felicidades!— Mérida, Yucatán.

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2022-05-13T07:00:00.0000000Z

2022-05-13T07:00:00.0000000Z

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