Diario de Yucatan

La catedral del toreo yucateco

La Plaza Mérida, con sus puertas cerradas por la pandemia, cumple hoy 93 años de vida

Amigos aficionados…

Llega hoy la Plaza de Toros Mérida a 93 años de haber abierto sus puertas.

Por la historia, por lo que representa, debería contarse desde que comenzaron sus cimientos, que, solo de verles en las fotos en blanco y negro, hacen que tengan valor incalculable.

Por la pasión de sus creadores, los hermanos Palomeque Pérez de Hermida; por sus aficionados, conocedores, serios, exigentes; por quienes han expuesto sus recursos financieros para organizar tardes de toros; por quienes decidieron que la Mérida, inaugurada para corridas, sea escenario de otras grandes atracciones, cuna del inmortal Miguel Canto; por quienes la han pisado, y por quienes hemos soñado tantas cosas estando allá.

Me manda un mensaje de Whatsapp el doctor José Bolio García, con 60 años de recuerdos sobre el gran escenario de Reforma, y pide no olvidar “el jueves (hoy, día del aniversario) para escribir de Liborio Zapata ‘Bolita’ y sus muchachos monosabios, ente ellos ‘Chiva’ y ‘Muerte’. De Carlos Abán y Henry su hijo, los guardaplaza por muchos años. De Nacho Mendicuti y Fernando, torileros y encargado de poner la divisa, cuidar los chiqueros y dejar lista la capilla. De Salvador Navarro (‘Pinocho’) eterno puntillero, del capitán Castro, empresario. De Panchito Peralta, juez o jefe de callejón”. Y seguramente usted, lector, tendrá una lista enorme de personas vinculadas con la Mérida, desde su nacimiento para ver a “Armillita Chico” y Luis Freg la tarde del 27 de enero de 1929, hasta estos días, en que la Fiesta, y la vida en sí, parecen ahogarse por esta pandemia que no nos permitirá celebrar en grande la efeméride taurina que tanto se recuerda.

Comentaba en noviembre de 2020 Rafaelillo, torero que volvió a nacer en Yucatán tras ser violentamente corneado en 1977, que “si algo tiene mi vida, es que está marcada por la Plaza Mérida”. Así: salió muerto de su albero y revivió en una clínica con sangre donada por aficionados yucatecos.

Marcada para muchos. Recordaba Chucho Solórzano, ya fallecido, que estuvo allá como hijo de torero, como torero y como empresario, diciendo que “pocas plazas enamoran como ella”. Moría de frío en aquella charla (un 5 de febrero en la México) y hasta en ello guardó algo: “En tu plaza es como torear en primavera siempre”.

Adjetivos muy emotivos llegaron al Diario para recordar el acontecimiento de hoy. “Emoción y responsabilidad”, dice el doctor Santiago Sauma Ríos, médico que salvó la vida a Rafael Gil, evocando que también los servicios sanitarios tienen notas muy especiales firmadas ante los percances.

La señala Antonio Rivera Rodríguez, aficionado desde su niñez, que ha corrido la mano en su albero: “El alma mater de la afición, el eje de gravedad de la fiesta peninsular, la catedral del toreo, un libro inconcluso de historia...”,

Y libro ya tiene: se llama “Legado de la Fiesta en Yucatán”, creado a iniciativa de Héctor Navarrete Muñoz como regalo a la plaza, a su plaza, y que presentó recientemente gran parte de la historia del coso de Reforma. El aficionado y empresario la describe así: “Como un templo, un lugar donde disfrutamos solemnemente la más bella de todas las fiestas”.

Una aficionada, de las buenas (conocedora, fiel, devota de la liturgia taurina con sus décadas vividas), escribió: “En una ocasión fui con mi tío a ver el encierro que se torearía esa semana y tuve la oportunidad de salir a ver el ruedo. Me sentí como disfrutando el aplauso de los asistentes y que yo torearía el domingo”. Y es que la doctora Margarita Erosa, una de las más grandes aficionadas que he conocido, comenzó sus andanzas en los ruedos desde niña, “asistía desde que tenia los arcos o balcones libres, y luego los taparon para aumentar las gradas. Una plaza construida con mucho adelanto para su época”.

Toros Yucatán preparó un cartel de tronío para conmemorar el aniversario (mano a mano con Ferrera y Joselito Adame). “En estos años que hemos sido parte de la empresa, una de las mayores responsabilidades hechas a nosotros mismos es dar a la Plaza Mérida la categoría que se merece, hacerla parte de los taurinos yucatecos. Este año tampoco pudimos celebrar el aniversario, pero queremos decirles que cada uno de los carteles que hemos confeccionado ha sido pensando en los aficionados que pagan sus boletos, en la seriedad que la autoridad vela para cumplir. Y la Mérida es la Mérida. Fuera de aquí, todos lo saben, toreros, empresarios, ganaderos. Nunca mejor hecho algo que ser empresario de nuestra plaza”, comenta Alberto Hagar Goff, quien igual desde niño, familiar de los dueños, anduvo corriendo en el coso, por sus corrales y tendidos, y ahora es parte de la gestión, al lado de Alberto Basulto Soberanis.

Eso del respeto es generalizado. “Hablamos de un coso taurino donde se respeta y dignifica la Fiesta; donde existe un reglamento que rige tanto la parte del toro y sus características (trapío, edad y peso) como a los toreros y rejoneadores (fechas de alternativa, contratos…) Eso ha convertido a nuestra querida Plaza Mérida una de las más respetadas en todo el país”, dice Hernán Evia Góngora, presidente de la Comisión Taurina.

Toreros como Víctor Moreno, que se convirtió en matador en su arena, y alternó allá con figurones como Paco Camino y Manolo Martínez, se dice “muy halagado de poder torear en nuestra Plaza Mérida”.

Claro, las figuras… Armillita y toda la dinastía (el maestro Fermín, sus hijos Manolo, Fermín y Miguel), con otra estirpe como la de los Silveti (los Juan, padre e hijo; David y su hijo Diego, su hermano Alejandro; los Capetillo (Manuel papá e hijo y Guillermo, que llenó las plazas con su fama de galán), los Arruza (Carlos papá e hijo, y Manolo), y más recientemente los Lagravere, y nos vamos con Manolete, El Cordobés, El Viti, Camino, Mondeño, Ostos, Paquirri, Conchita Cintrón, y muchos más que dejamos fuera no por falta de importancia sino por espacio. Nos los van a recordar ustedes, sin duda.

“Solera e historia en un patrimonio cultural maravilloso”, le llama al monumental edificio Eduardo Puerto López, “El Sin Sin” que ha dejado casi toda su vida allá. Y, reafirma Ele Carfelo (Luis Carlos Fernández López): “Ninguna como ella”.

Así la Plaza Mérida en la que “K-Potazo”, vestido de corto, transmitía desde un burladero el desarrollo de la lidia, o como decía el centenario don Polo Cortés: “La respetas porque la respetas”, cuando presidió la Comisión. Y claro que se respeta, como patrimonio, como lugar de culto a la Fiesta, que fue igual donde la familia Castilla hizo su vida diaria. ¡Qué emoción que tu casa sea una plaza de toros como la Mérida!

Cuánta historia en estos párrafos. Pero ningún homenaje será suficiente para la Plaza Mérida, donde hoy comparto con mi hijo Ignacio, cada quien desde su burladero, el devenir de una tarde de toros. Porque, les puedo decir, Madrid es Madrid, la México la México, pero la Mérida, es la Mérida. Por siempre grande.

“La Plaza Mérida es la imagen de la Fiesta en Yucatán. Un lugar venerado JOSÉ BOLIO GARCÍA Médico y aficionado

“Una plaza construida con mucho adelanto para su época” MARGARITA EROSA GONZÁLEZ Doctora y aficionada

“La Plaza Mérida es un coso taurino donde se respeta y dignifica la Fiesta” HERNÁN EVIA GÓNGORA Presidente Comisión Taurina

“Como un templo, un lugar donde disfrutamos solemnemente la fiesta brava” HÉCTOR NAVARRETE MUÑOZ Aficionado y empresario

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2022-01-27T08:00:00.0000000Z

2022-01-27T08:00:00.0000000Z

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