Diario de Yucatan

Iturbide y el surgimiento del nuevo país

RAÚL VELA SOSA (*) [email protected]

Segunda y última parte del artículo que publicamos el viernes pasado bajo el título “Iturbide y el mito del consumador”:

Iturbide ignoraba (o quiso ignorar) que los ideólogos de las revoluciones de las independencias en América llegaron a concebir un proyecto que insertara a las nuevas repúblicas en el desarrollo capitalista mundial de entonces.

Las naciones emergentes tendrían nuevas bases jurídicas legítimas a partir de una estructura económica diferente. El conservadurismo del “imperio mexicano” sólo alcanzaba para contener, temporalmente, un proceso histórico irreversible, pensando que podía mantener un modelo feudal, contra el que se habían alzado las masas.

En otras palabras, el “iturbidismo” intentó poner un palo en la rueda de la carrera de la historia para frenarla, con los resultados que conocemos. Iturbide no reconoció ————— (*) Doctor en economía que los cambios en dos elementos fundamentales serían las bases el surgimiento de las nuevas naciones: El Derecho y la Economía.

Las bases jurídicas se enfocaban hacia la Independencia y la soberanía. En la experiencia histórica de las luchas de independencia americana es importante señalar la claridad con que los legítimos insurgentes dieron forma legal a los proceso de creación de nuevas naciones soberanas. En Quito, Chile, Bolivia (Alto Perú), Paraguay y la Gran Colombia, emergieron repúblicas soberanas independientes.

El modelo “fernandista” con protección de la metrópoli monárquica se erige en México con el “imperio”, y en Perú con el “protectorado”, los cuales serían eclipsados por carecer de legitimidad y representar frágiles obstáculos contra las insurrecciones populares que, históricamente, se alineaban con las nuevas tendencias políticas e influencias de la independencia de las 13 colonias del norte de América, y también de la Revolución Francesa.

Las bases económicas de las nuevas naciones tendieron a la inserción en el desarrollo capitalista. En la Nueva España, el modelo colonial se basó en la extracción de materiales mineros con una estructura feudal tributaria, administrada por una burocracia virreinal que gozaba de todos los privilegios. Con este modelo garantizaba la dependencia externa hacia la corona.

Una vieja formación socioeconómica fue desplazada con el movimiento de independencia, dando lugar a otra. La hacienda capitalista sustituyó a la encomienda. En este salto cualitativo, la abolición de la esclavitud decretada por el presidente Vicente Guerrero fue fundamental para dejar atrás el trabajo forzado esclavo, y liberar la fuerza de trabajo, rompiendo con el patrón de relaciones de producción de la colonia que el imperio iturbidista pretendía mantener.

En la memoria de la población mexicana, mantenerse sometidos a la corona española significaba seguir padeciendo los incrementos tributarios exagerados que habían dañado su patrimonio. La revolución de independencia buscaba la formación de un Estado Nacional y la destrucción de las bases económicas pre capitalistas y de la estructura social.

En Europa el sistema político y económico entró en crisis en la segunda mitad del siglo XVIII. Las ideas de la ilustración estaban en contra de que los derechos del rey estuvieran por encima de los derechos de los individuos. Los economistas de entonces consideraron que el mercantilismo impedía el desarrollo económico.

A la Nueva España se le encasilló como un dominio territorial de la corona, en el que se permitió un escaso desarrollo en la agricultura y una especulación en la extracción de minerales. El modelo colonial impidió instalar grandes talleres precursores de la industrialización intensiva de los siglos XVIII y XIX, porque ello significaba una amenaza para la metrópoli.

Así, mientras Iturbide con su imperio, pretendía mantener un Estado feudal mercantilista monárquico dependiente, la dinámica económica pugnaba por la formación de un nuevo Estado nacional capitalista. Esta fortaleza de las regiones, constituidas en centros de poder económico, sería la base sobre la que evolucionaría el federalismo mexicano al surgir entidades con reconocida autonomía política.

En los años siguientes de instaurada la república surgió con fortaleza la industria textil. Las suscripciones de instrumentos de alcance internacional nos estuvieron negadas durante el imperio de Iturbide, porque ante el concierto de las naciones constituíamos un territorio dependiente de una casa real europea.

Desplegar una relación de exportaciones e importaciones con el resto del mundo solo fue posible una vez que surgimos como una nación auténticamente independiente. Entre 1824 y hasta antes del reconocimiento de nuestra independencia por España en 1836 se suscribieron tratados de comercio y navegación con Gran Bretaña, Países Bajos, Dinamarca, Prusia, Estados Unidos de América, Ciudades Hanseáticas (alemanas), Sajonia, Chile y Perú, entre otros.

El cambio de la estructura económica colonial a la capitalista se da con el surgimiento del Estado-Nación en el régimen republicano y con ello se inicia el largo proceso de desarrollo en el que México se inserta en los cambios mundiales con los nuevos descubrimientos, la modernización del transporte y las transformaciones en los procesos productivos que trajo la industrialización.

La consumación de la independencia fue un proceso que se dio en el periodo entre la instauración de la república en 1824, la derrota a la expedición de reconquista ordenada por el rey español y la abolición de la esclavitud, estas dos últimas realizadas por el presidente Vicente Guerrero en 1829. Todo ello sucedió después del efímero imperio.

Así que lo de “Iturbide consumador” es un mito.— Mérida, Yucatán.

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2021-09-19T07:00:00.0000000Z

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