Diario de Yucatan

El mundo continúa en peligro

MARCELO PÉREZ RODRÍGUEZ (*) (*) Profesor [email protected]

El Covid 19 y sus variantes continúan asolando al mundo y causando estragos dolorosos. El virus no discrimina y sin miramientos de género, clase social, profesión, ideología política o religiosa, color de piel o edad, contagia y es mortal.

Con las mutaciones diversas el virus se convierte ya en un enemigo más contagioso y agresivo.

Esta agresividad y el relajamiento de las personas, al desbordarse en playas, bares, restaurantes, centros comerciales y en reuniones masivas con amigos, hacen más vulnerables a los individuos y eso puede incrementar los contagios.

Las fiestas y reuniones de muchas personas sin las medidas sanitarias han elevado peligrosamente los contagios en diversos países, a tal grado que las autoridades están tomando medidas drásticas para evitar la saturación de los hospitales y un caos de proporciones trágicas.

Nuestro país y nuestra entidad no son las excepciones. Nos confiamos en la apertura de comercios y la ampliación de horarios y salimos desesperados a las playas, centros recreativos y plazas comerciales, buscando volver a nuestra vida antes de la pandemia.

Y, lamentablemente, esto no es viable, ni posible, cuando menos en estos momentos. El virus trastocó nuestra vida familiar, social, laboral, económica y escolar. Es difícil asimilarlo y comprenderlo cuando es algo inédito en nuestras vidas y estábamos acostumbrados a salir sin restricciones de horario y sanitarias.

Son esos momentos que añoramos ahora y queremos retornar a esa vida cuando podíamos llenar las playas y el malecón de Progreso en vacaciones de verano o fines de semana de intenso calor; cuando podíamos acudir a los bares y restaurantes y llenarlos; cuando podíamos salir en familia a las plazas comerciales y pasar horas comprando o mirando; cuando podíamos ir a los cines, a las iglesias, a los parques, al centro de la ciudad de Mérida o de otras poblaciones, o cuando podíamos organizar fiestas de cincuenta, cien o más personas en cumpleaños, bodas o bautizos.

Todo esto, lamentablemente, queda en el pasado. El virus es real y está entre nosotros, cambió drásticamente nuestro estilo de vida y la cotidianeidad familiar. Es cansado y muchas veces nos desespera, pero si nos relajamos y minimizamos las medidas sanitarias todos, quedamos en riesgo y jugaríamos con la salud y la misma vida.

Hay preocupación y temores en el mundo por ese oleaje turbulento de contagios y fallecidos. Y así hemos vivido más de un año, entre miedos y temores, entre angustias y problemas económicos, entre conflictos familiares y el deseo de retornar a la vida que nos llevó el virus, y esto ha llevado a muchos a alteraciones emocionales y mentales, principalmente a la depresión.

De acuerdo con las autoridades de Salud federal, en la entidad se atendió a 678 personas con depresión en el primer trimestre de este año, la mayoría mujeres, en clínicas públicas. Y si agregamos a los que acuden a hospitales privados y a quienes no buscan apoyo profesional, la cantidad se incrementa.

Vivimos momentos difíciles y complejos que sacuden al mundo y a la humanidad. Es necesario entenderlo y asimilarlo. Pero ahora, cuando habíamos avanzado en la lucha contra el Covid, en vez de cuidarnos y protegernos, nos relajamos y confiamos, sea por ser joven o estar vacunado, pero en ambos casos no son garantía en un ciento por ciento, más ahora que la variante delta es más agresiva con los jóvenes, pues, de acuerdo con las estadísticas, en las últimas semanas un porcentaje considerable de contagiados son jóvenes y también sorprende que hubiera fallecidos de treinta años y menos en el estado.

Pero son estos veinteañeros y treintañeros quienes, desafiando al virus y arriesgando la vida de sus familiares, realizan fiestas clandestinas en Chicxulub, Chelem y Progreso con cien o más personas, sin respetar la sana distancia, sin cubrebocas, con alcohol y grupos musicales, sin que las autoridades frenen este problema y sancionen porque son focos de contagios.

Estos jóvenes no piensan en sus padres y abuelos, pues pueden contagiarlos, aunque ellos tengan mínimos síntomas. Y cabría preguntar: ¿Dónde están los padres que no ven esta irresponsabilidad que puede provocar dolorosas tragedias?

Nos olvidemos que estamos en pandemia y que el virus está al acecho, y si salimos en forma irresponsable, desbordados a diversos lugares recreativos, esto complica la situación que vivimos, pues se incrementan los contagios y se saturan los hospitales.

Hasta el sábado 17 de este mes, 125 unidades en el país estaban entre el 70 y 100 por ciento de ocupación, 83 de estos lugares de salud estaban saturados. Yucatán tiene 6 unidades saturadas y varios estados están en similares circunstancias.

Los contagios y fallecidos se han incrementado en nuestro estado. Aquel solitario dígito en fallecidos y menos de cien de contagios en meses anteriores quedan en el olvido; ahora no bajamos de doscientos contagios al día, desde la mitad de junio, y rebasamos también los dos dígitos en fallecidos, además, en este mes, el número mágico de 19 muertes nos persigue casi a diario.

Ante estas olas de contagios y muertes la OMS ha señalado que el mundo, ante el ataque del Covid, se encuentra en un momento “muy peligroso”.

El mundo peligra y todos tenemos en las manos la solución si nos cuidamos y cuidamos a los demás.

¿Qué queremos? ¿Quedarnos en casa, salir para lo indispensable y mañana disfrutar de esas reuniones y de nuestros familiares o buscar fiestas de mucha gente, incluso clandestinas, para contagiarnos y contagiar a los nuestros y causar un caos sanitario que nos llevaría a sentir más de cerca al virus con olor a muerte?

Pensemos en la familia y en todos. No bajemos la guardia. La muerte nos acecha.— Mérida, Yucatán.

Pagina Editorial

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2021-07-23T07:00:00.0000000Z

2021-07-23T07:00:00.0000000Z

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