Diario de Yucatan

Cultura :

Celebra Marina Abramóvic su reconocimiento

El Premio Princesa de Asturias de las Artes fue para Marina Abramóvic.

LA HAYA (EFE).— La serbia Marina Abramóvic es hoy la artista del performance por excelencia, pero ella se define como “una guerrera con armadura dispuesta a ocupar nuevos territorios” y dice que buscará “los límites del cuerpo y la mente” hasta el final, en una entrevista con EFE tras conocer que es Premio Princesa de Asturias de las Artes 2021.

“En la vida de una artista es muy difícil la cantidad de sacrificios que hay que hacer por una carrera. Tengo 74 años, he pasado más de cincuenta trabajando sobre el terreno y eso no es fácil. El arte del performance es un territorio muy complicado. No es pintar, ni hacer esculturas. Es experimentar. Y ser reconocida ahora con este premio, en este momento de mi vida, es emocionante”, celebra la artista.

A sus 74 años, mirar atrás es ver un currículo de actuaciones inolvidables en las que usó su propio cuerpo como obra y pasó de darse latigazos hasta sangrar o tallarse un pentagrama en el abdomen, aunque los más escépticos observaron siempre sus espectáculos preguntándose qué tenía de arte.

“Toda mi vida he estado luchando para poner el performance en el arte convencional porque al principio todo el mundo ridiculizaba esta forma de arte. No se lo tomaban en serio. Pero hoy puedo ver que hemos sido aceptados en el arte convencional. Creo que la performance es una forma inmaterial de arte y muy difícil, tiene una capacidad increíble de cambiar al observador, de transformarlo”, afirma.

Nacida en Belgrado en 1946, tras graduarse en la academia de arte puso rumbo a Ámsterdam, donde empezó a crear las actuaciones que marcaron su carrera, primero junto a su gran amor, el artista alemán Ulay, hasta lograr sus mayores éxitos, en solitario.

Su apariencia imponente nunca ha pasado desapercibida: alta, tez pálida y pelo largo y negro. Una imagen que muchos admiradores guardan en su memoria después de “La artista está presente”, que hizo que su fama saltara al mundo entero.

En el MoMA

Estuvo sentada, sin moverse, durante tres meses, seis días a la semana, en el atrio del Museo de Arte Moderno de Nueva York. Fueron 736 horas y 30 minutos con una sucesión de personas sentadas una a una frente a ella. Se mantuvo en total silencio, mirando a los ojos a los visitantes.

Esa solo fue una de sus actuaciones, caracterizadas siempre por llevar el cuerpo y la fuerza a sus extremos, poniendo a prueba y buscando los límites de su cuerpo y su resistencia.

Abramovic pide a las nuevas

generaciones “dar más del 100 % si les apasiona su trabajo” porque eso marcará la diferencia entre ser “un buen artista y un gran artista”.

“Lo espero todo de mí misma, si yo doy el 150 % de mi energía, eso les conmoverá emocionalmente. Y eso es lo que ocurre: la gente llora en mis performance, la gente no llora ante un cuadro”.

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2021-05-13T07:00:00.0000000Z

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